si bien en cierto uno de nuestros deseos al llegar a cusco fue visitar la ciudadela de machupicchu, también lo es el hecho de que en nuestra corta estancia debíamos realizar algunas otras visitas turísticas y algunos recorridos de investigación para un libro que estamos escribiendo. todo eso lo hicimos a la volada o lo dejamos casi postergado para otro viaje porque al tomar el vuelo de lima a cusco, nos encontramos con una de mis mejores amigas que viajaba al mismo lugar, acompañada de sus dos hijos, al velorio y entierro de su suegra. su esposo, mi amigo keko, ya estaba allí, esperándolos
una vez instalados, pasamos el resto de la tarde bebiendo mates de coca y chacchando la hoja santa mientras corroborábamos algunas direcciones de lugares que debíamos visitar para nuestras pesquisas (claro que sin bajar del taxi, caminar en cusco el mismo día de haber llegado no es recomendable, créanme, lo sé por experiencia). en la noche, como es de entender, fuimos a acompañar a los amigos y tuvimos la oportunidad de presenciar un velorio cusqueño. como en la mayoría de los pueblos del interior del país, el velatorio se llevó a cabo en la casa de la finada y la familia se encargó de atender a las personas que acudieron a acompañarlos en ese momento de dolor. todos los asistentes se encontraban sentados en sillas que habían acomodado alrededor de los diferentes ambientes dispuestos para albergar a los que acudieran a velar a la difunta. el ataúd con el cuerpo se hallaba instalado al centro de la sala principal de la casa y los que llegaban se acercaban a rezar y luego se sentaban en silencio
de rato en rato, los miembros de la familia pasaban fuentes repletas de vasos con diferentes tipos de bebidas calientes. sírvanse mate de moras, de garbanzos, este es de guinda, -tiene traguito- nos advertían. me serví un vaso y aunque no sabía de qué era, me lo tomé (me salió uno con traguito). pocos segundos después, sentí una mano que me quitaba el vaso vacío y me ponía el suyo, lleno. volteé y observé al cabezón que me hacía señas de guardar silencio. pensé que no pudo beberse el mate y buscaba disimular. me bebí su mate también. deduje que no iba a servirse más, pero con sorpresa pude comprobar que seguía sirviéndose vasos de mate que luego no podía beber y me los ponía en la mano y yo continuaba bebiéndomelos porque me sentía mal al ver que esperaban que me lo tomara y me preguntaban si me gustó ése o si ya probé aquel. el cabezón apoyaba diciendo, no, ése todavía no probó, sírvanle. yo trataba de impedir que me sirvieran más y el odioso seguía pidiendo más para mí. cuando entendí que me había elegido de su puerquito para evitar el aburrimiento o quien sabe en venganza porque terminó asistiendo a un velorio cuando quizá deseaba ir a otro sitio, pedí uno para él, pero orgulloso sacó su vaso vacío y dijo, no, yo ya terminé el mío, gracias. las fuentes con vasos llenos de mate se repetían y ya no deseaba más. sentía que iba a terminar saliéndome por la nariz todo el mate que tomé y lamentaba tener que guardar la compostura cuando lo que deseaba era sacarle los ojos al culpable de mi situación. ya me las pagará un día. guardé un vaso con el líquido a medias en la mano y cuando pasaban las fuentes indicaba que aun tenía uno por beber y así, pasaron las horas y la gente que velaba empezó a irse a casa
al lado, mi amiga trataba de callar a su hijo que a viva voz le decía que tenía hambre, que quería que lo llevaran a algún restaurante a comer. ven, le decía mi amiga con rostro adusto, ven. y lógicamente, el niño ni tonto para acercarse porque sabía que le iba a caer un pellizcón de aquellos por hacer evidente que no le sirvieron nada de comer y que tenía hambre, como todos los desprevenidos (como nosotros) que acudieron sin cenar
al ver que todos se retiraban, también nosotros nos despedimos y nos fuimos al centro a buscar algo con qué que aliviar el hambre que traíamos. antes de marcharnos, nos dijeron que al día siguiente, a las 3 pm en la parroquia de la almudena, se llevaría a cabo la misa de cuerpo presente y que luego pasarían al entierro en el cementerio de la almudena, ubicado en el mismo lugar. yo apunté cuidadosamente y prometí acudir
al día siguiente, a la hora convenida, dejé que el resto hiciera con su tiempo lo que quisiera y sola me embarqué en un taxi y acudí al cementerio porque la parroquia se encontraba en el patio exterior del mismo. grande fue mi sorpresa al encontrar la parroquia completamente cerrada y en la iglesia del costado se hallaban despidiendo a otra persona fallecida. me acerqué a la entrada del cementerio y pregunté si sabían algo de la misa de la persona que yo buscaba y me dijeron que ese día no tenían nada programado para la parroquia, pero que la finada que yo buscaba aun no había llegado para su entierro, que esperara en el patio
así hice y me acomodé bajo la sombra de un árbol a esperar. pude ver que una camioneta se detenía en el centro del patio y unos hombres sacaban cajas de cerveza cusqueña y fuentes con emparedados que acomodaron en el suelo. ahí se quedaron. al poco rato salió una muchedumbre del cementerio acompañada de una banda de músicos que entonaba conocidas canciones andinas que –según me explicaron luego- eran las preferidas del difunto que acababan de enterrar. un grupo de personas vestidas de negro se pusieron en línea, cerca de los que esperaban con las cajas de cerveza y la comida. el resto, ordenadamente, pasaba abrazándolas, por lo que pude darme cuenta que eran los deudos. al final de la línea, los que acababan de dar las condolencias recibían su ración de cerveza y emparedados. todos con su cerveza y comida en mano, pasaban a acomodarse alrededor de los músicos, que seguían tocando ubicados a unos pocos metros de distancia del grupo. poco a poco, empezaban a cantar con ellos y luego algunos se animaron a bailar. se los veía alegres y tristes a la vez. algunos cantaban y entre las letras que no entendía porque cantaban en quechua, sentía que la voz se les quebraba y me preguntaba si la canción iba así o estaban llorando
de pronto, me cercioré que un grupo me miraba. conversaron entre ellos y se acercaron a invitarme a unirme a la tristeza de los deudos que recordaban a su pariente recién enterrado. decidí seguirlos y cerveza en mano también zapateé un poquito con ellos para acompañarlos en una pena que si bien lo expresaban de una manera totalmente nueva para mí, sentí en el fondo de mi corazón porque algunos bailaban y cantaban con el rostro surcado por las lágrimas. en ocasiones me cambiaban de pareja y terminé en medio de varias señoras que bailaban moviendo sus cabezas de lado a lado, cosa que yo imité también. en mi tierra, cuando los hombres se ponen a tomar licor en una fiesta y no cumplen con sacar a bailar a las damas, en señal de protesta las mujeres salimos a bailar entre nosotras indicando con este acto que no los necesitamos y lo llamamos “huarmi baile” y aunque sabía que ellas no estaban haciendo lo mismo, me sentí cómoda bailando entre estas mujeres que parecían cumplir un rito conmovedor al expresar su pena por quien se fue, bailando tristes las danzas que le gustaban al ser amado. después de interpretar algunos temas más, los músicos guardaron sus instrumentos y partieron. el resto se fue retirando también
al verme sola, volví bajo la sombra del árbol y seguí esperando a mis amigos. cuando vi que se aproximaba la banda de músicos del ejército (mi amigo es militar) deduje que el carro mortuorio con los restos de su mamá se acercaba y así fue. pocos minutos después, llegaron todos. al parecer, la misa de cuerpo presente se llevó a cabo en la parroquia de la urbanización en donde vivía la finada y de alguna manera, yo obtuve la información equivocada. me uní al grupo y me alineé detrás de mi amigo, que cargaba el ataúd junto a sus hermanos y sobrinos
el entierro fue igual de triste y desgarrador que todos los que presencié en mi vida y que solamente entendemos cuando se nos va un ser amado. al salir, pude presenciar la misma escena anterior: los deudos en línea, recibiendo el pésame de los asistentes y al final, los sobrinos de mi amigo distribuyendo cerveza y emparedados
pregunté por la banda de músicos y me contestaron que ya se habían ido. ah, me dije, no vamos a zapatear aquí. mi amiga, sus niños, algunas amistades y yo, nos retiramos a conversar bajo la sombra del mismo árbol en la que estuve antes y cuando vi que llegaba otra camioneta buscando sitio en dónde bajar sus cajas de cerveza y comida, comprendí que ya no demoraban en irse todos para dar espacio al siguiente grupo que ya salía del cementerio, cantando tristes y sollozantes al son de la música que entonaban unos hombres con mandolinas, trompetas y guitarras
Me gusto el relato necia!
ResponderEliminarPero dibujante...demonios, la panza de la necia si que tiene todo el liquido del mundo...es que no habia banios por ahi para hace pipi?... o es que la tenia solitaria ha conseguido acompaniante?
qué tal panza la que me pusiste, cabezón, no te pases, pues. pensé que ibas a dibujar alguna escena de la almudena y precisamente esta parte es la que pones, no pues
ResponderEliminarhola oswaldo, me alegra que te haya gustado el post. feliz domingo
cuantos mates de coca! y no hubo ningún efecto?
ResponderEliminarnoup, anónimo, no nos sirvieron mate de coca. eran otros mates, que nunca habíamos probado antes, de diferentes cosas, guinda, garbanzos, moras, etc, ya ni recuerdo los nombres
ResponderEliminarChacho, habia baños pero los vasos venían como avalancha sin oportunidad de que Necia, valiente, pueda vaciar los litros y litros que degustaba. Su barriga estaba así.
ResponderEliminarNecia, tu barriga arrasó con cualquier otra ocasión trascendente, por eso es el tema del gráfico, sorry, así es la vida.
ya, man. siquiera a mí me creció la barriga por efecto de los mates que tomé, en cambio a ti la panza de burro que te manejas la tienes natural, con la diferencia que sabes "quitarla" de las fotos y hacer creer que andas plano de vientre
ResponderEliminar¡vete al carajo!