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pecado

12:41 Publicado por Necia




criada por abuela y madre de férrea disciplina cristiana, la palabra pecado siempre estuvo presente en mi vida. todo era pecado. no comer lo que me habían servido, habiendo tantos niños que morían de hambre en el mundo, ¡ay era pecado! así es que a comer las verduras y ¡aghhh! el bisteck de hígado con su encebollado más (sin masticar, pásatelo nomás, así, ahora un traguito de agua, ya está); pelearse con las amigas (a darse un abrazo malcriadas, ¡habrase visto!); besar a los niños, con lo bueno que se ponía la cosa cuando lo hacía, (nunca me dejé pillar en esas andanzas, pero ya estaba advertida) y sobretodo, desobedecer a los padres, era pecado gravísimo y medio que lo creí por mucho tiempo porque cada vez que los desobedecía me iba muy mal

conforme fue pasando el tiempo, la lista de pecados cambió. algunos pasaron a no serlo a fuerza de voltearles la torta a mis progenitores, por ejemplo la mala costumbre de endilgarle a una las comidas incomibles. si es pecado no comer lo que otros quisieran, ¿por qué no se los llevan a ellos? ¿ah? ¿por qué me traen a la mesa la ocasión de pecar no comiendo, si con no servirme lo que me disgusta se acaba el problema? entonces los culpables del pecado eran ellos, no yo, y así ¡milagro! fueron desapareciendo de la mesa ciertas cosas y apareciendo alternativas que me permitían saltar el impase con garrocha

otros prosiguieron en ella, -como las peleas con las amigas, y ¡ay! los besos a los niños- y se fueron adicionando algunos, la mayoría por obra y gracia de mi progenitora, campeona para confundirme y poner trabas a mi libre naturaleza; sobretodo cuando me ponía de rodillas a besar al niño jesús del pesebre y a pedirle que me hiciera una niña buena, je je, pero les cuento, no trabaja muy bien que digamos ese niño, ¿ah? ¿será que no es cierto que lo trajeron del mero vaticano? vieja, creo que te dieron gato por liebre, ¡que te devuelvan tu plata!

posteriormente me di cuenta que aunque pelearme con las amigas siempre fue pecado, pelearme con los amigos era otro cantar. si me peleaba con alguno de ellos, mis padres me interrogaban con mucho misterio, cejas levantadas y ceño fruncido. no preguntaban ¿qué le hiciste? sino, ¿qué te hizo? que yo recuerde, nunca me hicieron reconciliarme con ningún amigo y poco a poco fui descubriendo que esas peleas debía mantenerlas en secreto porque después de pasado el problema, los amigos no volvían a ser bienvenidos en casa. por lo tanto, después de asimilar que si bien era cierto me sentía muy importante al ser escuchada sin que nada les hiciera siquiera dudar que yo tuviera la razón, la verdad era que mis amigos y yo podíamos solucionar nuestros problemas sin que mis familiares se enteraran y vaya que hicimos tan buen trabajo para disimular nuestras broncas que creo que todos perdimos plata al no dedicarnos al negocio de la artisteada porque creo que lo hubiéramos hecho muy bien de actores

entre los pecados que se adicionaron a la lista, la mayoría estaba relacionada con el sexo. uno que mi mamá me adicionó con mucho drama, fue el de tener hijos antes del matrimonio. al saber que una persona de la familia estaba embarazada sin haberse casado, mi mamá, llorando, me hizo prometerle que yo nunca le daría esa pena. lo juré. lo cumplí. y sigo cumpliendo. es decir, cumplo con no embarazarme, de lo otro no prometí nada, así es que cuando quiso aumentarle cosas al juramento, ya fue demasiado tarde. sorry vieja, eso no es pecado, no inventes; carajo, con cierta gentita, creo que metida de monja me iba mejor

cuando llegó el tiempo de estudiar el catesismo, me enseñaron que los pecados se dividían en veniales (sin mucha importancia) y mortales (graves) y que podemos pecar de palabra, acción y omisión. así es que si nos ponemos a pensar en el cúmulo de pecados que cometemos cada día, de hecho que terminamos extenuados. yo ya ni los cuento, nomás pido perdón por todos ellos al acostarme y duermo como un angelito y vuelta a seguir pecando al día siguiente hasta que llega el día de la semana que debo confesar mis cochinaditas y encuentro que el pecado más usual en mí es el de omisión… porque omito ciertos detalles a la hora de confesarme y como mi confesor no repregunta, pues la culpa es suya, no mía, ¿no creen? hum… como que me va a decir que no me he arrepentido de corazón y voy a resultar con más penitencia de la que humanamente puedo cumplir. así es que me voy en paz antes que abra la boca por demás



























gráficos: Marco Palacios

artículo publicado antes en el Blog El Cuy de Juan Acevedo


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1 comentario:

  1. Me he divertido mucho leyendo tu texto necia y tus dibujitos son geniales. Muchos éxitos.

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