el popular periodista gráfico, rossell, es un decidido personaje antitaurino que ha dedicado muchas de sus obras a combatir esta lamentable afición. he aquí el afiche anunciando la presentación de su galería antitaurina:
y aunque en esta canción el toro ejemplifica el poder español, no el abuso al animal que es materia de este post, lo pongo porque nunca está demás escuchar un poema del gran césar calvo, cantado por nuestra susana baca. así como a nuestro modo toreamos el abuso del patrón, lo mandamos fuera de nuestras vidas, así debemos torear a las corridas de toros, detener este sangriento entretenimiento que no nos enriquece como personas, sino que al contrario, nos denigra como seres humanos
mi padre fue aficionado al toreo. como típico rimense "de abajo el puente" creció vivando las corridas, esperando con ansias la llegada de la temporada de toros, como él la llamaba. muchas veces recreó para nosotros, sus hijos, las ocasiones en que, de niño, sin dinero para entrar al coso y sin oportunidad de colarse entre la gente que trabajaba en las mentadas corridas, no le quedaba más remedio que unirse al grupo de chiquillos del barrio que se subían a cierto lugar del cerro san cristóbal para disfrutar de las faenas con un largavistas que se prestaban entre todos y que era ocasión de muchas peleas si alguno se lo apropiaba más de la cuenta
cuando, ya de adulto, dejó lima como su lugar de residencia, serían estas temporadas las que eligiría para dizque regresar a visitar a los familiares y amigos. los preparativos de sus viajes, lógicamente, incluían muchas llamadas telefónicas para lograr los asientos (porque no iba solo, siempre invitaba a varias personas que, felices, lo acompañaban) que le gustaban en la plaza de acho; gramputeadas a todos los que no lo conseguían y de paso a los empleados del coso que no habían entendido su pedido, que yo le dije a usted, ah, no fue usted, pues al que carajos fuera, que yo quería tales números y cuando mi sobrino fue, le dieron otros. era una constante de todos los años. le encantaba ese ambiente: las corridas, los turrones de doña pepa, la procesión, las reuniones de amigos, en donde se encontraba con los amigos q no veia en muchos años y a veces, cuando regresaba a casa, lo hacía acompañado de amistades, familiares que nunca habíamos visto antes, acá está tu primo tal o cual. mujer, mi sobrino, trátalo como a tu hijo, va a vivir con nosotros un tiempo. así era mi papá, así lo recuerdo en ocasiones
cuando ya tuve edad para acompañarlo en sus viajes, fui también a las corridas. sea por lo que fuese, también yo participé de esas ocasiones con intensidad y algarabía. lo hice por muchos años. en una ocasión, siendo yo estudiante universitaria y viviendo en lima, mi padre llegó con la alegría de siempre en esa época del año que tanto amaba y me compartió eufórico que llegaba un espectáculo diferente a todos los que había visto antes, que no podía perderme de esta oportunidad porque quién sabía cuándo se presentaría otra ocasión de presenciar algo así: el rejoneo, toreo a caballo
los días de corridas de toros eran días inolvidables, todos se parecían en los preparativos. nos levantábamos temprano, teníamos ropa escogida especialmente para esas ocasiones, no puedo recordar ninguna otra fecha en que estuviera más interesada en lucir bien. es que no era el toreo en sí, era el ambiente el que me agradaba. hay mucha gente que piensa que la plaza de acho (para referirme a la única plaza de toros que conozco, pero tengo entendido que todas las grandes sedes son iguales) es simplemente lo que se ve en las fotos de las corridas, es decir, la arena, el toro, el torero, los barandales, el público, y cosas así. es verdad, pero no totalmente. dentro de la plaza hay tiendas, restaurantes, expendio de vinos, frutas, presentación de artistas, etc. el show paralelo que toma lugar dentro de la plaza en sí, empieza temprano. hay mucha gente que acude a tomar desayuno en los restaurantes del coso, nosotros lo hacíamos así. el día empezaba con un desayuno criollo, músicos tocando las canciones criollas que se les pidiera, recorrido por las tiendas, compra de recuerdos, alguna que otra joyita de no mucho valor porque ya sabía que no era mi cumpleaños, ni navidad, no podía abusar mucho. encuentro con amistades de mi padre que él no veía en años, la presentación correspondiente, (por lo general, a muchos nunca los vi antes ni después de esas ocasiones) brindis por el reencuentro, los muchachos dejábamos a los viejos y seguíamos dando vueltas alrededor, curioseando en todas partes. mira, ahí está alan. fíjate, allá está chuiman. oeee, ¿de quién es ese culazo? ta que esa negra ta buena. mira, esa dice que luego del show, si le pagas lo que pide, te la llevas. pero cuando yo mencionaba que ahí estaba algún artista de moda, invariablemente me contestaban, naaa, necia, ni mires mucho, ese won es cabro. en el expendio de licores, llenábamos nuestras botas con vino para cuando llegara el momento de entrar al coso, exhibiéramos que teníamos los auténticos, levantándolos a cierta distancia del rostro, dejando que el líquido cayera en nuestra boca sin tener que posar los labios, pero algunos lo hacían y por ese motivo me daba asco tomar de las botas, hasta de la mía porque se tenía que compartir y lógico, no podía impedir que alguien la embocara. recuerdo que algunas olían tan mal que le pedía a mi papá que cogiera la bota al vuelo y lo siguiera pasando. nunca nos pidieron identificación para vendernos alcohol, todos éramos menores pero igual, estábamos adentro y era como tener licencia para tomar lo que quisiéramos
el día en que acudí a la que sería la última vez que entraba a presenciar una corrida, lo recuerdo como si hubiera ocurrido ayer. después del espectáculo de relleno, vino lo que mi padre quiso con tanto anhelo que yo expectara: el rejoneo. se presentaban dos famosos rejoneadores españoles, uno de ellos era álvaro domeq, del otro no puedo recordar el nombre. domeq venía precedido de una gran fama, pertenecía a una familia de criadores de caballos y rejoneadores famosos. la gente aplaudió a domeq a rabiar porque tenía un espectáculo con caballos de paso peruanos que era realmente impresionante. el del otro no tanto, también hizo un show con caballos pero el hombre no era un figuretti como domeq, se notaba que esa parte de su número le incomodaba. finalmente, llegó el momento de la faena y domeq hizo un alarde de dominio de caballos increíble, luego colocó las banderillas perfectamente. la gente lo aplaudía de pie y él se mostraba feliz, radiante. era un experto. el problema empezó cuando tuvo que matar al toro. la gente guardó un silencio sepulcral cuando se puso frente al toro a distancia y empuñó el sable con que debía dar muerte al toro esquivándolo de lado con su caballo. el noble bruto empezó a trotar a paso seguro al encuentro con el toro y cuando llegó a la distancia correcta, su jinete arremetió contra el toro. el sable rebotó del lomo de la víctima que se retorcía de dolor, volando a un extremo distante de la arena, mientras el torturador quedaba con la mano herida por el impacto. el respetable lanzó un largo ohhhh decepcionado y los ayudantes del rejoneador corrieron a curarle la mano. el hombre los apartó molesto, se preparó para el segundo ataque y volvió a suceder lo mismo. el público pifiaba. al tercer intento fallido, sonó una trompeta y mi padre me dijo, ¡vergüenza torera! ¡levántate! sin saber lo que sucedía, me levanté rápidamente. todo el público estaba de pie, pifiando, gritando enardecido. en la arena, unos hombres a pie y a caballo ingresaban arreando terneros y el que lideraba el grupo lanzaba latigazos al aire desde su caballo, hasta unir al toro con los terneros y así, entreverado entre ellos, salió el toro entre vítores de la gente que pedía por su vida
cuando cerraron el portón llevándose a los vacunos, sonó una música diferente a la que estaba acostumbrada a escuchar en las corridas y se abrió otro portón, de donde salió domeq con todo su personal y sus caballos, cubiertos de capas negras a dar la vuelta de rigor, la de la vergüenza torera. vergüenza de no haber logrado matar al toro, de permitir que se lo quitasen. desde las gradas, algunos pifiaban, abucheaban, otros guardaban silencio, como yo. aun aturdida, sin lograr comprender del todo lo que estaba pasando ante mis ojos, se dieron los preparativos para el siguiente número y vi salir al segundo rejoneador. este no impresionó a nadie con su espectáculo, con su dominio del caballo, ni nada, pero logró introducir limpiamente el sable en el lomo del toro a la primera. de ahí, bajó del caballo y al momento de la estocada final, tuvo un gesto de solidaridad y solicitó la presencia de domeq, quien salió primero sorprendido pero inmediatamente aceptó la oportunidad de reivindicarse con su público y agradeciendo el gesto, cogió la daga que su colega le ofrecía. otra vez el público de pie, unos pifiando, abucheando, otros, -como mi padre- pidiendo que se le diese la oportunidad, que se lo merecía, que era un gran rejoneador, no merecía salir de acho así. al final, todos se sentaron dispuestos a presenciar el momento de la verdad. domeq se acercó lentamente al toro y de una certera estocada, lo mandó al suelo. una vez más, el público se levantó de sus asientos y otra vez salieron todos los miembros del personal de domeq, acompañándolo a cortar la oreja que él dedicó al público y se lo dio al colega que le brindó la oportunidad de matar al toro
cuando salimos, todos hablaban a viva voz, todos comentaban con todos lo sucedido. era un torbellino de gente hablando, emocionada, conmovida. mientras me dejaba arrear como el toro entre los terneros, perdida entre todos los que estuvimos presentes en ese espectáculo de sangre y sin poder quitarme de los ojos la visión del líquido espeso que caía del cuerpo de los toros, cubriendo de rojo la claridad de la arena, sus mugidos de dolor, sus retorcimientos, sus gritos mudos implorando un poco de piedad para su sufrimiento, los sables, las dagas, y el embriagamiento de sangre de los asistentes, me preguntaba qué hacia ahí, qué carajos hacia ahí. callada, seguí a mi padre, que luchando contra el tumulto, se abrió paso en dirección a otro extremo del coso que mi padre conocía. había reconocido en el hombre que salió con el látigo, arreando a los terneros a caballo, a un amigo de infancia y quería saludarlo. efectivamente, se trataba de su amigo. lo llegamos a encontrar en el expendio de carne. sí, después de muertos, a los toros los cortan en piezas y los venden al público que vibró momentos antes con su muerte. ese público selecto que alegremente compra los bistecks que después comerá sin tener en cuenta que un animal muerto con tanto sufrimiento, asustado y con la adrenalina envenenándole la sangre que recorre todo su cuerpo, es precisamente la venganza que cobra la naturaleza matando al matador de a pocos, porque tanto mata el que coge la daga, como el que le agarra la pata al toro
mi padre, cuando me contaba alborozado sobre el rejoneo, me decía, hija, tal vez nunca más tengas la oportunidad de ver algo así, tienes que verlo. y sí, papá, donde quiera que estés, fue la última vez que vi algo así porque fue entonces que decidí no volver a ver ni apoyar con mi dinero, mi presencia o mis palabras, nada similar en todo lo que me reste de vida. si yo pude, todos podemos
saludo la iniciativa de estas valerosas personas que decidieron torear al toreo a su manera y hago votos porque no solamente en lima, sino en todo el país y en el mundo, espectáculos como estos se prohíban para bien de la humanidad
y aunque en esta canción el toro ejemplifica el poder español, no el abuso al animal que es materia de este post, lo pongo porque nunca está demás escuchar un poema del gran césar calvo, cantado por nuestra susana baca. así como a nuestro modo toreamos el abuso del patrón, lo mandamos fuera de nuestras vidas, así debemos torear a las corridas de toros, detener este sangriento entretenimiento que no nos enriquece como personas, sino que al contrario, nos denigra como seres humanos
mi padre fue aficionado al toreo. como típico rimense "de abajo el puente" creció vivando las corridas, esperando con ansias la llegada de la temporada de toros, como él la llamaba. muchas veces recreó para nosotros, sus hijos, las ocasiones en que, de niño, sin dinero para entrar al coso y sin oportunidad de colarse entre la gente que trabajaba en las mentadas corridas, no le quedaba más remedio que unirse al grupo de chiquillos del barrio que se subían a cierto lugar del cerro san cristóbal para disfrutar de las faenas con un largavistas que se prestaban entre todos y que era ocasión de muchas peleas si alguno se lo apropiaba más de la cuenta
cuando, ya de adulto, dejó lima como su lugar de residencia, serían estas temporadas las que eligiría para dizque regresar a visitar a los familiares y amigos. los preparativos de sus viajes, lógicamente, incluían muchas llamadas telefónicas para lograr los asientos (porque no iba solo, siempre invitaba a varias personas que, felices, lo acompañaban) que le gustaban en la plaza de acho; gramputeadas a todos los que no lo conseguían y de paso a los empleados del coso que no habían entendido su pedido, que yo le dije a usted, ah, no fue usted, pues al que carajos fuera, que yo quería tales números y cuando mi sobrino fue, le dieron otros. era una constante de todos los años. le encantaba ese ambiente: las corridas, los turrones de doña pepa, la procesión, las reuniones de amigos, en donde se encontraba con los amigos q no veia en muchos años y a veces, cuando regresaba a casa, lo hacía acompañado de amistades, familiares que nunca habíamos visto antes, acá está tu primo tal o cual. mujer, mi sobrino, trátalo como a tu hijo, va a vivir con nosotros un tiempo. así era mi papá, así lo recuerdo en ocasiones
cuando ya tuve edad para acompañarlo en sus viajes, fui también a las corridas. sea por lo que fuese, también yo participé de esas ocasiones con intensidad y algarabía. lo hice por muchos años. en una ocasión, siendo yo estudiante universitaria y viviendo en lima, mi padre llegó con la alegría de siempre en esa época del año que tanto amaba y me compartió eufórico que llegaba un espectáculo diferente a todos los que había visto antes, que no podía perderme de esta oportunidad porque quién sabía cuándo se presentaría otra ocasión de presenciar algo así: el rejoneo, toreo a caballo
los días de corridas de toros eran días inolvidables, todos se parecían en los preparativos. nos levantábamos temprano, teníamos ropa escogida especialmente para esas ocasiones, no puedo recordar ninguna otra fecha en que estuviera más interesada en lucir bien. es que no era el toreo en sí, era el ambiente el que me agradaba. hay mucha gente que piensa que la plaza de acho (para referirme a la única plaza de toros que conozco, pero tengo entendido que todas las grandes sedes son iguales) es simplemente lo que se ve en las fotos de las corridas, es decir, la arena, el toro, el torero, los barandales, el público, y cosas así. es verdad, pero no totalmente. dentro de la plaza hay tiendas, restaurantes, expendio de vinos, frutas, presentación de artistas, etc. el show paralelo que toma lugar dentro de la plaza en sí, empieza temprano. hay mucha gente que acude a tomar desayuno en los restaurantes del coso, nosotros lo hacíamos así. el día empezaba con un desayuno criollo, músicos tocando las canciones criollas que se les pidiera, recorrido por las tiendas, compra de recuerdos, alguna que otra joyita de no mucho valor porque ya sabía que no era mi cumpleaños, ni navidad, no podía abusar mucho. encuentro con amistades de mi padre que él no veía en años, la presentación correspondiente, (por lo general, a muchos nunca los vi antes ni después de esas ocasiones) brindis por el reencuentro, los muchachos dejábamos a los viejos y seguíamos dando vueltas alrededor, curioseando en todas partes. mira, ahí está alan. fíjate, allá está chuiman. oeee, ¿de quién es ese culazo? ta que esa negra ta buena. mira, esa dice que luego del show, si le pagas lo que pide, te la llevas. pero cuando yo mencionaba que ahí estaba algún artista de moda, invariablemente me contestaban, naaa, necia, ni mires mucho, ese won es cabro. en el expendio de licores, llenábamos nuestras botas con vino para cuando llegara el momento de entrar al coso, exhibiéramos que teníamos los auténticos, levantándolos a cierta distancia del rostro, dejando que el líquido cayera en nuestra boca sin tener que posar los labios, pero algunos lo hacían y por ese motivo me daba asco tomar de las botas, hasta de la mía porque se tenía que compartir y lógico, no podía impedir que alguien la embocara. recuerdo que algunas olían tan mal que le pedía a mi papá que cogiera la bota al vuelo y lo siguiera pasando. nunca nos pidieron identificación para vendernos alcohol, todos éramos menores pero igual, estábamos adentro y era como tener licencia para tomar lo que quisiéramos
el día en que acudí a la que sería la última vez que entraba a presenciar una corrida, lo recuerdo como si hubiera ocurrido ayer. después del espectáculo de relleno, vino lo que mi padre quiso con tanto anhelo que yo expectara: el rejoneo. se presentaban dos famosos rejoneadores españoles, uno de ellos era álvaro domeq, del otro no puedo recordar el nombre. domeq venía precedido de una gran fama, pertenecía a una familia de criadores de caballos y rejoneadores famosos. la gente aplaudió a domeq a rabiar porque tenía un espectáculo con caballos de paso peruanos que era realmente impresionante. el del otro no tanto, también hizo un show con caballos pero el hombre no era un figuretti como domeq, se notaba que esa parte de su número le incomodaba. finalmente, llegó el momento de la faena y domeq hizo un alarde de dominio de caballos increíble, luego colocó las banderillas perfectamente. la gente lo aplaudía de pie y él se mostraba feliz, radiante. era un experto. el problema empezó cuando tuvo que matar al toro. la gente guardó un silencio sepulcral cuando se puso frente al toro a distancia y empuñó el sable con que debía dar muerte al toro esquivándolo de lado con su caballo. el noble bruto empezó a trotar a paso seguro al encuentro con el toro y cuando llegó a la distancia correcta, su jinete arremetió contra el toro. el sable rebotó del lomo de la víctima que se retorcía de dolor, volando a un extremo distante de la arena, mientras el torturador quedaba con la mano herida por el impacto. el respetable lanzó un largo ohhhh decepcionado y los ayudantes del rejoneador corrieron a curarle la mano. el hombre los apartó molesto, se preparó para el segundo ataque y volvió a suceder lo mismo. el público pifiaba. al tercer intento fallido, sonó una trompeta y mi padre me dijo, ¡vergüenza torera! ¡levántate! sin saber lo que sucedía, me levanté rápidamente. todo el público estaba de pie, pifiando, gritando enardecido. en la arena, unos hombres a pie y a caballo ingresaban arreando terneros y el que lideraba el grupo lanzaba latigazos al aire desde su caballo, hasta unir al toro con los terneros y así, entreverado entre ellos, salió el toro entre vítores de la gente que pedía por su vida
cuando cerraron el portón llevándose a los vacunos, sonó una música diferente a la que estaba acostumbrada a escuchar en las corridas y se abrió otro portón, de donde salió domeq con todo su personal y sus caballos, cubiertos de capas negras a dar la vuelta de rigor, la de la vergüenza torera. vergüenza de no haber logrado matar al toro, de permitir que se lo quitasen. desde las gradas, algunos pifiaban, abucheaban, otros guardaban silencio, como yo. aun aturdida, sin lograr comprender del todo lo que estaba pasando ante mis ojos, se dieron los preparativos para el siguiente número y vi salir al segundo rejoneador. este no impresionó a nadie con su espectáculo, con su dominio del caballo, ni nada, pero logró introducir limpiamente el sable en el lomo del toro a la primera. de ahí, bajó del caballo y al momento de la estocada final, tuvo un gesto de solidaridad y solicitó la presencia de domeq, quien salió primero sorprendido pero inmediatamente aceptó la oportunidad de reivindicarse con su público y agradeciendo el gesto, cogió la daga que su colega le ofrecía. otra vez el público de pie, unos pifiando, abucheando, otros, -como mi padre- pidiendo que se le diese la oportunidad, que se lo merecía, que era un gran rejoneador, no merecía salir de acho así. al final, todos se sentaron dispuestos a presenciar el momento de la verdad. domeq se acercó lentamente al toro y de una certera estocada, lo mandó al suelo. una vez más, el público se levantó de sus asientos y otra vez salieron todos los miembros del personal de domeq, acompañándolo a cortar la oreja que él dedicó al público y se lo dio al colega que le brindó la oportunidad de matar al toro
cuando salimos, todos hablaban a viva voz, todos comentaban con todos lo sucedido. era un torbellino de gente hablando, emocionada, conmovida. mientras me dejaba arrear como el toro entre los terneros, perdida entre todos los que estuvimos presentes en ese espectáculo de sangre y sin poder quitarme de los ojos la visión del líquido espeso que caía del cuerpo de los toros, cubriendo de rojo la claridad de la arena, sus mugidos de dolor, sus retorcimientos, sus gritos mudos implorando un poco de piedad para su sufrimiento, los sables, las dagas, y el embriagamiento de sangre de los asistentes, me preguntaba qué hacia ahí, qué carajos hacia ahí. callada, seguí a mi padre, que luchando contra el tumulto, se abrió paso en dirección a otro extremo del coso que mi padre conocía. había reconocido en el hombre que salió con el látigo, arreando a los terneros a caballo, a un amigo de infancia y quería saludarlo. efectivamente, se trataba de su amigo. lo llegamos a encontrar en el expendio de carne. sí, después de muertos, a los toros los cortan en piezas y los venden al público que vibró momentos antes con su muerte. ese público selecto que alegremente compra los bistecks que después comerá sin tener en cuenta que un animal muerto con tanto sufrimiento, asustado y con la adrenalina envenenándole la sangre que recorre todo su cuerpo, es precisamente la venganza que cobra la naturaleza matando al matador de a pocos, porque tanto mata el que coge la daga, como el que le agarra la pata al toro
mi padre, cuando me contaba alborozado sobre el rejoneo, me decía, hija, tal vez nunca más tengas la oportunidad de ver algo así, tienes que verlo. y sí, papá, donde quiera que estés, fue la última vez que vi algo así porque fue entonces que decidí no volver a ver ni apoyar con mi dinero, mi presencia o mis palabras, nada similar en todo lo que me reste de vida. si yo pude, todos podemos
el amigo rossell publicó este dibujo en el facebook de "el otorongo" y lo comparto con ustedes por la coincidencia con el tema que nos ocupa |
saludo la iniciativa de estas valerosas personas que decidieron torear al toreo a su manera y hago votos porque no solamente en lima, sino en todo el país y en el mundo, espectáculos como estos se prohíban para bien de la humanidad
Aplaudible medida aunque también hay que exiJir a los manifestantes mayor fiscalización ortográfica.
ResponderEliminarYa te lo decía, tu texto, la fiesta en tu memoria, me atrapó, me metí de cabeza en ese ambiente que, en realidad, nunca viví. Esa es la magia de la literatura, la que me has transmitido.
ResponderEliminarY en el tema, sí pues, yo también quisiera un día que esa "tradición" insana sea erradicada de nuestro país.
saluos!!
marco, en una oportunidad, sin dominio del idioma ingles, escribi unas frases de agradecimiento en una tarjeta, para una persona que hizo mucho por mi. se lo mostre a mi profesor de ingles para que editara los errores y despues de leer, me dijo: "perfecto. mandalo asi." sorprendida, le pregunte si eso era verdad, si no habia cometido errores ortograficos. me contesto que cuando se hacian las cosas con el corazon, lo demas no importaba, que el mensaje era perfecto, asi como estaba. asi lo mande y aunque no tuve la oportunidad de releer lo que escribi, estoy segura que lo hice con muchos errores y asi me mostre tal como era y con mis propias palabras
ResponderEliminaren este caso, me parece que a pesar del detalle ortografico que mencionas, pasa lo mismo: no quieren toros. entendimos el mensaje claro y contundente de este grupo que cada vez representa a mas y mas personas. eso es lo que importa. para lo demas, existe visa, o es mastercard?
gracias por tus palabras y por pasar por aqui, servidor. que se repita siempre, muack, muack!