cuando al triste y despintado paul potts le preguntaron los organizadores de aquel concurso de canto, ¿qué has venido a hacer? él les contestó con simpleza, a cantar ópera. no me digas… ¿y qué mas won? parecieron replicarle los jueces con su mensaje corporal. se veía que no se la creyeron, que dudaban que de una persona así, tan apocada, pudiera salir algo bueno, y sobretodo, que quisiera cantar ópera. pero cuando el buen hombre abrió la boca para cantar nessun dorma, todos los jueces se estiraron de los asientos en donde se hallaban apoltronados, como queriendo ponerse a tono con la maravilla que estaban experimentando y la gente gritaba, aplaudía, mientras yo pensaba, silencio, adefesios, silencio, que quiero escucharlo a él, no a ustedes
silencio también se pide a la gente cuando entra a la biblioteca porque para leer se requiere de concentración y ésta se rompe cuando tenemos al lado gente parlanchina que interrumpe nuestra lectura. entonces disimuladamente hacemos shhhhh, para mandar un mensaje que no por disimulado es menos contundente. por lo general es suficiente; creo que todos, -incluso yo que hablo hasta por los codos- entendemos que debemos guardar silencio en una biblioteca, con mayor razón si escuchamos el shhhh
claro que si tenemos la educación que los reyes y estadistas se supone deben tener, no podemos salir con algo discreto como un shhhh o un silencio por favor, sino que vamos a tener que poner cara de pocos amigos y gritar exasperados esto, aunque si se tratara de un viejo amigo del vecindario, diríamos estotro
gráficos: Marco Palacios
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